viernes, 15 de abril de 2011

En calles y casas crece la precarización del trabajo

Las desgracias nunca llegan solas. El viejo adagio se cumplió en la vida de Rocío (nombre ficticio). Hace cuatro meses su esposo murió  y desde entonces ha tenido que ver sola por sus tres hijos. En diciembre fue despedida de una empacadora de camarón, cuyo nombre –al igual que el de ella–  no revela por temor a que no le cancelen su  liquidación.


“Uno trabajaba doce horas y fines de semana, pero al menos tenía un sueldo fijo, ahora si como es por milagro”, expresa la mujer, quien dice que, a veces, con suerte logra que otra empacadora le dé trabajo a cambio  de $ 8 por 12 horas de labores. 

Su ex compañera, Elena, quien también fue despedida, ahora trabaja como empleada en una casa, por  $ 120 mensuales. Según ella, la mayoría de las mujeres que fueron sacadas de la empacadora –unas 50– aún no hallan trabajo y  las que sí, están en condiciones precarias. “Hay que resignarse a lo que haya,  los hijos tienen hambre y con palabras bonitas no se les llena el estómago”, expresa.


La misma necesidad hizo que Juan, quien fue despedido de un almacén de colchones en noviembre, se convierta en guardia de una casa con un sueldo de $ 130, sin beneficios. Mientras, Jazmín Burbano se dedica a vender  zapatillas  a sus  vecinas. Esto,  después de  que fue  sacada de una fábrica atunera en la que laboró por más de una década y en la cual sufrió un accidente (fue atropellada por  un carro de la empresa) que dañó sus piernas y hoy  no puede caminar con facilidad. Asimismo, Ricardo Torres se enfrenta a los policías metropolitanos de la Bahía, donde vende zapatos tras haber sido despedido de un taller.  


La  Asociación de Ejecutivos de Ventas de Artículos Varios (Asevav), que agrupa a carameleros y otros vendedores ambulantes, registra un incremento de 300 afiliados desde el último trimestre del año pasado. Freddy Viejó, abogado de la Central de Organizaciones Clasistas del Guayas (Cedoc), a la que está ligada Asevav, asegura que esos nuevos miembros son personas que fueron  despedidas de diferentes empresas y se acercaron a la organización buscando asesoría legal para sus denuncias. Ante esta demanda,  la Cedoc subió el número de abogados de tres a  doce, quienes, además de tramitar las denuncias, buscan  convenios de pago de las deudas de servicios básicos que no pueden pagar.


Por ello, Viejó considera una burla la afirmación del Gobierno de que la calidad de empleo a nivel nacional mejoró el año pasado, cuando, según el INEC, el subempleo bajó de 50,22%, en el 2007, a 48,78%. Mientras tanto, la ocupación plena se incrementó a 43,59% de 42,64%.


Byron Villacís, director del INEC, explica que no necesariamente un informal es un subempleado. “Un empleado pleno es el que cumple 40 horas semanales de trabajo, gana sobre el sueldo básico ($ 218) y no está buscando un nuevo trabajo; si un vendedor ambulante cumple todos estos requisitos  es trabajador pleno; pero si no,  aunque sea formal, es subempleado”.

Sin embargo, afirma el abogado de la Cedoc, muy pocos informales obtienen ganancias de  más allá de  $ 200  y por ello dice dudar de esos datos.

El analista económico Walter Spurrier tiene una lectura sobre  las estadísticas. “La ocupación plena subió porque los tercerizados, que antes ganaban menos del sueldo básico, incrementaron sus salarios al ser acogidos por las empresas”, sostiene. Precisamente, en mayo (un mes después de que se eliminara la intermediación y tercerización) y junio pasados es cuando el empleo pleno registra sus más altos picos.  No obstante, acota el analista, con el incremento de los  despidos de esos trabajadores, es probable que el subempleo vuelva a escalar.

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